miércoles, 18 de septiembre de 2024

Monasterio de Sant Pere de Rodes

La primera mención al Monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes aparece el año 878 en un precepto del rey franco Luis II "el tartamudo" en que se menciona una celda monástica, donde se custodiaban las reliquias de San Pedro y dependiente del monasterio de Sant Esteve de Banyoles. El año 926 el noble Tassi y su esposa Hisblanda hacen la primera gran donación de territorios, poco después (947) se confirma la condición de abadía independiente siendo elegido como abad a Hildesind, hijo de Tassi, y dependiendo directamente de la sede de Roma. La prosperidad del monasterio se mantuvo hasta el S.XIV, cuando la epidemia de peste negra de 1.345 (murieron 24 monjes), la piratería de los S.XV-XVII y las guerras contra Francia llevaron a su abandono definitivo el año 1797, quedando desacralizado en la desamortización de Mendizabal (1.836). El año 1.693 el duque de Noailles, mariscal del ejército de Luis XIV, expolió el monasterio llevándose la famosa Biblia de Rodes, que ahora se puede consultar en la Biblioteca Nacional de París. En 1.935 la Generalitat inició los primeros trabajos de recuperación, que se retomaron en 1.973 hasta completarse en 1.999.
Antes de comenzar la visita nos acercamos al poblado medieval de la Santa Creu de Rodes. En su momento fue una población relativamente importante, con un mercado e incluso una notaría (1.335). Actualmente sólo queda en pie la iglesia de Santa Helena y los dos portales de acceso a la villa. Las vistas sobre Port de la Selva, el monasterio y el Castell de Verdera valen la pena.
Sant Pere de Rodes desde Santa Creu de Rodes.
Iglesia de Santa Helena (S.XII).
Portal de Tramuntana.
Portal de Migdia.
Vista hacia Port de la Selva.
Castell de Verdera (S.XI-XIII).
La visita al monasterio se hace con un sistema de audioguía a través del móvil. En la plaza central uno se da cuenta de la gran importancia que llegó a tener, gracias a las reliquias de San Pedro que se custodiaban en este lugar, tras trasladarlas desde Roma el año 610 para ponerlas a salvo de las invasiones bárbaras. Las proporciones de los edificios son realmente impresionantes, sobre todo teniendo en cuenta la época en que se construyeron y el poco espacio disponible, lo que obligó a excavar en la montaña para poder construirlos.
Los años de abandono hicieron mella en el conjunto, en particular en la decoración escultórica, como es el caso de la magnífica portada de la iglesia tras la galilea de acceso. Esta era de mármol blanco con una rica decoración obra del Maestro Cabestany, in situ solo quedan unos pequeños restos de las esquinas inferiores. En la galilea hay expuestas unas reproducciones de dos fragmentos de la portada, los originales están en el Museo Frederic Marès.
Entrada al recinto monástico de Sant Pere de Rodes.
Plaza interior del monasterio, campanario y torre de defensa.
Acceso a la galilea e iglesia.
Mensula reaprovechada (S.XV-XVI).
Ventana superior de la fachada de la iglesia.
Campanario y claustro desde el sobreclaustro.
Interior del campanario.
La torre de vigilancia y defensa.
Capitel de las ventanas del campanario, un perro (?).
Capitel de las ventanas del campanario, una sirena.
Galilea de acceso a la iglesia.
Restos de decoración pictórica de la galilea.
Restos de la decoración de la portada (S.XII).
Restos de la decoración de la portada (S.XII).
Restos de ajedrezado jaqués de la portada.
Hipótesis de la portada (Adell i Gispert y J. Barrachina).
Aparición de Cristo resucitado (S.XII).
Agnus Dei (S.XII).
Al entrar en la iglesia uno no puede por menos que asombrarse, es de planta basilical con transepto y las naves laterales muy estrechas. Impresiona la altura de la nave central cubierta por una bóveda de medio punto con arcos fajones, sustentada por pilares con una doble hilada de columnas exentas sobre unos podios cuadrados de bastante altura. Los capiteles de las columnas son de estilo corintio y el conjunto está claramente inspirado en el estilo clásico romano.
También llama la atención la existencia de tres deambulatorios: uno en la cripta, otro a nivel de la nave y un tercero, reservado a los monjes, a media altura. Se han hallado algunos restos de pinturas murales en los deambulatorios, tanto el del nivel de la nave como el superior, que indican que ambos debían estar totalmente decorados con pinturas murales.
La gran nave central.
Capiteles con decoración corintia.
Presbiterio.
Restos de pinturas murales del deambulatorio.
La Cripta y su deambulatorio.
Capilla de Sant Miquel.
Deambulatorio superior (S.XIII).
Nave central desde el deambulatorio superior.
Restos de pinturas románicas del deambulatorio (S.XIII).
Reconstrucción de la lápida funeraria del noble Tassi (S.X).
Durante las obras de restauración del conjunto se descubrió un segundo claustro del S.XI bajo el claustro románico del de los S.XII-XII. Del claustro inferior se conservan tres galerías, la cuarta fue destruida para construir un gran silo de agua. Se trata de un patio rodeado por arcos sólidos y robustos que arrancan desde el suelo, al igual que en las tres galerías. Se pueden ver dos fragmentos de pinturas murales: una representación del Calvario en uno y de un león en otro fragmento.
El claustro superior quedó totalmente arruinado y lo que se ve actualmente es una reconstrucción, las únicas piezas originales son algunas de las bases de las columnas y el brocal renacentista del pozo en el centro del claustro. En el S.XVII se añadieron varias dependencias en el sobreclaustro como habitaciones individuales de los monjes, lo que indica una relajación de la regla de San Benito, también de esa época es el celler y la edificación de la entrada al recinto.
El claustro inferior (S.XI).
Gran galería del claustro inferior.
Pinturas del claustro inferior, el Calvario (S.XI).
Pinturas del claustro inferior, León (S.XI).
Galería del claustro superior (S.XII).
Interior del claustro con un pozo renacentista.
Bases originales.
Reproducción del capitel de Els Monjos.
Sala capitular.
Refectorio con una pequeña exposición.
El Celler del monasterio.
Bóveda del Celler.
Locutorio y portería.
La despensa con un pozo y la entrada a la fresquera.

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