sábado, 9 de diciembre de 2017

Saint-Gilles, Tarascón y Abadía Troglodita de Saint-Romain

Nuestro último día de vacaciones en la Provence lo habíamos dejado un poco en el aire. Finalmente nos decidimos por visitar la Abadía de Saint-Gilles, el castillo de Tarascón y la Abadía Troglodita de Saint-Romain. Llegamos a Saint-Gilles a primera hora, con un frío del copón, y nos ponemos a callejear camino a la abadía. Siguiendo los indicadores llegamos a un palacio románico, perteneció a la familia de Gui Foulques, quien fue nombrado papa en 1265 con el nombre de Clemente IV. Cuando llegamos a la iglesia, resulta que la portada está en restauración y cubierta por una lona... ¡la primera en la frente!. Entramos en la iglesia para visitar, al menos, la cripta y... el acceso también está en obras, ¡mal empezamos el día!.
Una de las entradas de la antigua muralla.
Palacio románico del S.XII.
Interior gótico muy sencillo, como en Cluny.
Obras en el exterior de la iglesia.
Tras la tremenda decepción de Saint-Gilles nos dirigimos a Tarascón - sí, el pueblo de la novela "Tartarín de Tarascón" de Alphonse Daudet - que, según hemos leído, tiene uno de los castillos medievales mejor conservados de Francia.
El nombre del pueblo le viene de la leyenda de Le Tarasque. Este era una especie de dragón que asolaba la zona, los lugareños se habían enfrentado a el sin lograr nada. Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias, y volvió a la ciudad con la criatura domada. Sin embargo, los habitantes atacaron a la criatura al caer la noche, y el pobre bicho murió sin ofrecer resistencia. Entonces Santa Marta predicó un sermón a la gente y convirtió a muchos de ellos al cristianismo. Arrepentidos de haber dado muerte al monstruo, los habitantes cambiaron el nombre del pueblo a Tarascón... como se suele decir, si non è vero è ben trovato
Inevitable monumento a Tartarín de Tarascón.
Calles porticadas en el centro.
Puerta de entrada medieval.
Le Tarasque.
El Castillo de Tarascón fue construido entre 1447 y 1449 por René de Anjou. Aunque por fuera da un impresión totalmente solida y cuadrada, el interior es muy elegante con un estilo entre el gótico y el renacentista. Impresiona la altura del edificio con casi 50 metros, sobre todo cuando entras al patio interior de la zona noble, que es bastante estrecho. La zona noble consta de tres pisos, cada uno con diferentes salas, dos capillas, dormitorios, etc. Aunque arquitectonicamente se conserva muy bien, todas las salas están totalmente vacías, sin nada del mobiliario original. Los techos de muchas salas están policromados y son muy bonitos.
Vista general del castillo.
La zona dedicada a la tropa y los servicios.
Puente interior de acceso a la zona noble.
El patio interior de la zona noble.
Entrada a la capilla del nivel inferior.
Gran sala comedor.
Techos de madera policromada.
Detalle de una de las pinturas de los techos.
La capilla vista desde los aposentos del primer piso.
Una de las dos escaleras del patio interior.
Vamos subiendo piso a piso, vistando diferentes salas, hasta llegar a la terraza superior. Desde esta se domina perfectamente el curso del Rhône y todos los alrededores. Justo enfrente, en la otra orilla del río, se ve el castillo de Beaucaire. Es como si fueran dos castillos gemelos, vigilando cada una de las orillas. Ahora bajamos por otra escalera de caracol para visitar el resto de salas.
Al otro lado del Rhône, el castillo de Beaucaire.
La Collégialle Royale de Sainte-Marthe.
Se domina perfectamente el Rhône.
Toca bajar por la otra escalera.
Una de las salas... totalmente vacía.
Y otra más.
A partir del S.XVIII, el castillo fue reconvertido en prisión, estuvo en uso como tal hasta el año 1926. Por todas las salas se van encontrando "graffitis" realizados por los aburridos prisioneros de diferentes épocas. Algunos solo son el nombre y los años de prisión, otros dibujaron tableros de ajedrez o backgammon, crucifijos... En concreto hay una de las salas, la Sala de las Galeras, que debe su nombre a la multitud de dibujos de barcos realizados por los prisioneros. 
Nicolas Poncet en 1784.
Este parece que añoraba su mansión.
Este otro dibujó un Gólgota, un tablero de ajedrez...
¡Me aburro!... pues a pintar.
Una carabela.
Otra carabela.
Y otra más.
Y una galera típica del mediterráneo.
Al lado del castillo se encuentra la Collégialle Royale Sainte-Marthe. Según la tradición, Marta de Betania y sus hermanos, María y Lázaro, se vieron obligados a huir de Tierra Santa. Lázaro llego a ser el primer obispo de Marsella, María se hizo eremita y Marta se instaló en Tarascón, donde falleció.
De la iglesia románica original solo queda el pórtico, el resto es de estilo gótico (S.XIV) y renacentista (S.XVII). En una de las capillas hay una copia del relicario que contenía los restos de la santa, el original desapareció en 1793, durante la revolución francesa. Durante la última guerra la iglesia resultó seriamente dañada por los bombardeos aliados y el campanario tuvo que ser reconstruido totalmente.
Portada románica.
Las esculturas de la portada.
Interior de la nave principal.
El órgano obra de C. Boisselin (1712).
Un capitel romano como pila de agua bendita.
Entrada a la cripta de Sainte-Marthe.
Cripta con el sarcófago de Saint-Marthe (S.III).
Copia del relicario de Saint-Marthe.
A pocos kilómetros de Tarascón se encuentra la Abadía Troglodita de Saint-Romain. Esta abadía, totalmente excavada en la roca a lo largo del S.VII, estaba adscrita a la regla de San Benito y en el S.XI pasó a depender de la abadía de Psalmodie. Poco a poco la abadía va perdiendo importancia y en el S.XVI queda totalmente abandonada. Es entonces cuando se reconvierte en castillo y se fortifica la terraza superior. Para acceder al recinto hay que caminar unos 15 minutos desde el aparcamiento, el camino está perfectamente pavimentado y permite disfrutar del paisaje tan típicamente mediterráneo de la zona.
Paisaje mediterráneo.
Inicio de la visita al recinto.
La entrada a la capilla totalmente excavada.
Interior de la capilla.
El sitial del abad y del prior.
Tumbas olerdolanas en la terraza superior.
Entrada a la zona de las celdas de los monjes.
Celda con vistas, todo un lujo.
Algún monje dejó su nombre grabado.
La sala grande vista desde arriba.
Se aprecian los tres niveles de la sala grande.
Los encajes de la prensa para vino.
Vista del resalte totalmente excavado.
Las fortificaciones (S.XVI).
Ya de camino a la autopista, vemos un cartel indicando una ermita del S.XII, se trata de la Chapelle de Saint-Laurent. Como queda justo al lado de la carretera paramos para echar un vistazo rápido.
La Chapelle de Saint-Laurent.
Curioso detalle masónico.
Ahora si, damos por finalizadas estas pequeñas vacaciones en la zona de la Provence. Nos queda pendiente, para la próxima vez, el teatro romano de Orange, el palacio de los Papas en Avignon, Aigues-Mortes, la Camarga... Siempre nos pasa lo mismo, volvemos con un montón de sitios para visitar que antes no conocíamos.