viernes, 15 de abril de 2022

Sant Joan de les Abadesses

Terminamos nuestras vacaciones de Semana Santa en el Ripollés visitando el monasterio de Sant Joan de les Abadesses. El monasterio que dio nombre al pueblo fue fundado por Guifré 'el pilós' y su esposa Guinigilda d'Empúries el año 885 como Sant Joan de Ter. La primera abadesa fue Emma, la hija de Guifré, y en total hubo seis abadesas hasta la disolución de la congregación femenina en en 1017.
El año 1017 Bernat Tallaferro, con la complicidad de su hermano, el abad Oliba, consiguió que el papa Benet VIII emitiera una bula que suprimía la comunidad de religiosas, aduciendo la supuesta vida licenciosa de la comunidad de monjas. Tras la disolución de la comunidad femenina, Bernard Tallaferro unió el monasterio al obispado de Besalú y estableció una canóniga agustiniana.
Es más que posible que estas disputas familiares dieran origen a la leyenda del Comte Arnau. Según la leyenda Arnau era un joven conde que pasaba los días cazando y seduciendo a todo lo que llevara faldas. Una de sus conquistas fue la abadesa de Sant Joan, a la que iba a visitar utilizando el túnel de una antigua mina que cruzaba las montañas. Al morir, el conde Arnau fue condenado por sus pecados a vagar eternamente, galopando sobre su caballo en llamas y acompañado de una jauría de perros diabólicos.
La iglesia actual es la edificación consagrada el 1150 por la comunidad agustiniana. En 1428 resulto muy afectada por el Terremoto de la Candelera que derrumbó el cimborrio, el campanario y el claustro, que fueron reconstruidos. La cabecera presenta una distribución bastante curiosa, con tres ábsides adosados a la girola central y dos ábsides más pequeños, cada uno en uno de los brazos del transepto.
Iglesia y pórtico de Ant Mateu desde la Plaça de l'Abadía.
Vista general de la cabecera.
Ábside central.
Capitel con personajes barbudos.
Capitel con elefantes.
Capitel con leones.
Puerta en la fachada sur.
Puerta del pórtico de Sant Mateu en el transepto sur.
Empezamos visitando lo único que queda de las dependencias monásticas: el Palacio Abacial. Actualmente acoge la Oficina de Turismo, el Centre d'Interpretació del Mite del Comte Arnau, y una serie de salas para actividades culturales. El edificio es del S.XV y nos llama mucho la atención el pequeño claustro así como una exposición sobre el románico del Ripollés, donde se pueden ver maquetas de todas las iglesias románicas de la zona.
El Palacio Abacial.
Claustro del palacio.
Exposición del románico del Ripollés.
Maqueta de Sant Cristòfor de Beget.
Los capiteles del claustro tienen grabado el escudo abacial, decoración vegetal y diferentes caras. En particular en uno de ellos se puede ver la cara de una abadesa y en otro cuatro rostros. Podrían representar un caballero, una condesa con su corona, una dama de la nobleza y una cuarta cara mucho más desgastada que es difícil de interpretar.
Escudo del abad Arnau Villalba.
Cara de una abadesa.
Un caballero.
Una condesa.
Cara indefinida.
Una dama noble.
La visita de la iglesia (5 €) empieza por el claustro gótico al que se accede por la rectoría, del claustro románico solo se han conservado cuatro arcuaciones con columnas y capiteles en uno de los laterales. Justo al lado del acceso a la iglesia se encuentra la capilla barroca de la 'Mare de Déu dels Dolors' con una Piedad obra de Josep Viladomat (1924).
Claustro gótico (S.XV).
Arcos del primitivo claustro románico.
Hornacina con una virgen en el claustro.
Capilla barroca de la Mare de Déu dels Dolors.
El interior de la iglesia resulta bastante oscuro por la falta de ventanas, tan solo las de los ábsides -bastante pequeñas- y los óculos en los extremos de las naves permiten la entrada de algo de luz. La planta es bastante curiosa ya que el transepto es casi más largo que la nave principal, quedando una planta en forma de cruz de Tau. Parece como si el proyecto original hubiera contemplado tres naves más largas y no se hubiera completado. Los arcos de las bóvedas está soportados por pilares cuadrados macizos sin decoración. Los ábsides están decorados por hileras de arcos ciegos, donde los fustes, capiteles e impostas tienen una decoración realmente bonita, que contrastan con la sobriedad de los pilares cuadrados de la nave y la girola.
La pieza más importante que se puede ver es el descendimiento conocido como 'Santíssim misteri'. Se trata de una obra del románico tardío (S.XIII) y es el único descendimiento románico de Catalunya que se ha conservado completo y en su ubicación original. Del S.XIV son los retablos de Santa María la Blanca en alabastro, y el de Sant Agustí. Recientemente se ha instalado una reproducción del retablo de la Pasión (el original se encuentra en el Museu Episcopal de Vic) también en alabastro y realizado con tecnologías de digitalización óptica con una precisión de 0,1 milímetros. Como curiosidad se decidió las medidas un 5% para poder distinguirlo del original.
Altar mayor y la girola.
Vista desde la nave principal.
Santíssim Misteri (S.XIII).
Retablo de Sant Agustí (S.XIV).
Lápida conmemorativa de la abades Emma. 
Sepulcro del beato Miró (S.XIV).
Uno de los ábsides de la girola.
Columna de uno de los arcos de los ábsides.
Retablo de Santa María la Blanca (S.XIV).
Reproducción del Retablo de la Pasión (S.XIV).
También hay un pequeño museo en la entrada que ocupa el resto del espacio de la antigua rectoría. Es bastante interesante y vale la pena visitarlo con detenimiento, aunque no tiene una organización cronológica sino más bien temática.
Sala superior del museo.
Tímpano de la iglesia de Sant Pau (S.XII).
Cruz de madera policromada (S.XII-XIII).
Cantoral en papel y pergamino (S.XVIII).
San Juan Evangelista (S.XIII).
Cruz de cristal de roca tallado (S.XIII).
Tapiz bizantino de seda 'dels ocells' (S.X-XII).
Asientos del coro de la colegiata (S.XVI).
Tras reponer fuerzas con unas cervezas y unas tapas, nos vamos a visitar las ruinas de la iglesia de Sant Pau y el Pont Vell. La iglesia de Sant Pau fue desde su construcción (S.XII) la parroquia de la villa, constaba de una sola nave con tres ábsides en la cabecera. Posteriormente se le añadieron dos naves laterales y la torre campanario en el S.XVIII. En 1936 quedó destruida quedando en pie solo la fachada y la cabecera.
Nuestra última visita es el Pont Vell sobre el Riu Ter en la entrada de la villa. El primer puente data del 1138, era de estilo románico con un solo arco, se derrumbó con el Terremoto de la Candelera y fue rehecho ya en estilo gótico. Durante la retirada republicana al final de la Guerra Civil fue dinamitado y el 1976 se reconstruyó con la gran arcada gótica. En el estribo norte aún se conserva parte del pavimento original.
Iglesia de Sant Pau (S.XII).
¡Un descansito!
La cabecera y monumento al Comte Arnau.
Herrajes medievales de la puerta.
Cúpula del crucero.
Restos del pavimento original en el estribo norte.
Vista general del Pont Vell.
Vista desde el estribo sur.

jueves, 14 de abril de 2022

Vía ferrata Roca de la Creu (K2) y Camino Equipado Castell de Segura

La Roca de la Creu en Ribes de Freser resulta ser los restos de un antiguo volcán del periodo Ordovícico Superior, según explica un cartel que hay en la pared de la iglesia, punto de salida de la excursión de hoy. Esta vía ferrata instalada en 2017 por el ayuntamiento está calificada como de iniciación (K2), el equipamiento es generoso y por si fuera poco la aproximación es cortísima: poco mas de diez minutos desde la Plaça de l'Ajuntament... todos los ingredientes necesarios para nuestra segunda vía ferrata juntos, esta vez sin guía como en la Teletubbies.
La Roca de la Creu dominando Ribes de Freser.
Cartel explicativo en la pared de la iglesia.
Cartel al inicio de la vía.
Inicio de la vía ferrata.
El inicio de la vía es una sucesión de resaltes de poca dificultad que nos permiten adaptarnos al tacto y el agarre de esta roca. A continuación viene un flanqueo hacia la derecha hasta llegar al pie del muro final, que se supera en tres tramos ligeramente extraplomados. No son excesivamente difíciles pero Ana se atasca en el segundo desplome, por lo que saco la cuerda para asegurarla. La confianza que le da es suficiente para que lo supere sin más problema. El último extraplomo ya nos deja directamente en la cima de la Roca de la Creu con su característica cruz y bandera.
Nos metemos en faena.
Los primeros resaltes.
Flanqueo antes del primer desplome.
Superando el segundo desplome.
Saliendo a la cima tras el tercer desplome.
Cima de la Roca de la Creu.
Un buen descanso en la cima y continuamos ferrateando. Ahora nos toca bajar por una placa casi vertical hasta un puente de tablones, cruzarlo y empezar una serie de flanqueos por la derecha de la cresta. Este tramo es muy entretenido y tan solo hay que tener cuidado en algunos puntos con la arenilla y piedra suelta.
Una vez terminado el flanqueo, la vía nos devuelve al filo de la cresta por una resalte no demasiado difícil y bien equipado como toda la vía. Aquí empieza a darnos algo el sol, ya que hasta ahora el día no había terminado de aclararse. Continuamos por la cresta ahora sin mucha dificultad, hasta llegar al inicio del puente nepalí que marca el final de la vía ferrata.
El primer puente visto desde la cima.
Bajando hacia el puente.
¡Sonríe al fotógrafo!
Flanqueo por la derecha de la cresta.
Y seguimos flanqueando.
De vuelta a la cresta, con un poco de sol.
Seguimos cresteando.
Puente nepalí y final de la vía ferrata.
Pasado el puente nepalí es posible abandonar por la izquierda de la cresta y bajar al punto de inicio, pero nosotros seguimos recto por el Camí Equipat Castell de Segura. La dificultad es bastante menor que todo lo que llevamos recorrido hasta ahora y, sin duda alguna, el punto más espectacular es el puente tibetano de 18 metros.
Este puente tiene el único fallo de instalación que aprecio en todo el recorrido: un empalme de uno de los cables, más o menos a la mitad. Este empalme obliga a hacer un cambio de mosquetón que te deja un momento en una situación algo insegura. De todas maneras este puente es totalmente evitable bajando por las grapas de la izquierda, tal y como decide hacer Ana al ver el cambio de mosquetón que hay que hacer. El resto del camino es una sucesión de tramos en los que en unos se va caminado y en otros grimpando.
Cartel al inicio del camino equipado.
Primeras rampas.
Detalle del magnífico equipamiento.
Inicio del puente tibetano.
Hay tramos que se hacen caminando.
En otros solo cable de vida.
Final del camino equipado.
Vistas hacia el Torreneules.
Para la bajada solo hay que ir siguiendo el sendero por mitad del bosque, marcado por puntos azules, hasta un cartel que nos indica el retorno a Ribes... ¡Imposible perderse!
Empezamos a bajar.
Sendero de bajada por el bosque.
Con esta señalización no te pierdes.
De vuelta a Ribes de Freser.
La calificación de esta vía ferrata como K2 puede resultar un poco engañosa, ya que los tres tramos ligeramente desplomados del principio serían de K3. En cualquier caso, el equipamiento es de primer orden -salvo el empalme del puente tibetano- y la hemos disfrutado mucho.
Distancia: 3,1 Km.
Desnivel acum.: +187 mts. -187 mts.