domingo, 27 de enero de 2019

De Vallfornès al Castanyer de Can Cuch

Aunque pueda parecer mentira - ¡después de tantos años! - aún hay zonas del Montseny por las que no había estado... es algo imperdonable y me pongo manos a la obra para conocer la zona del embalse de Vallfornès y el Castanyer de Can Cuch. Cuando llego, el aparcamiento de debajo de la presa está lleno y te obligan a usar el de Can Domench, un par de kilómetros más abajo, y de paso te cobran tres euracos por la patilla. Parece que esto es lo habitual los fines de semana, por lo que han arreglado un camino alternativo que, al menos, evita tener subir por la carretera.
Inicio de la ruta en el aparcamiento de Can Domenech.
Camino bien arreglado que evita la carretera.
Conforme voy subiendo constato que la subida al Castanyer de Can Cuch es una ruta muy concurrida, cuando llego a la zona de aparcamiento veo un sendero que se interna por el margen derecho de la riera tras cruzar un puente... ¿y si no sigo la ruta que sigue todo el mundo?, un poco de improvisación de vez en cuando no puede ser malo.
Una vez tomada la decisión todo resulta fácil, me dejo llevar por el sendero, estrecho pero bien marcado. Sin preocuparme de donde me lleva, voy ganado altura hasta que desemboco en un camino que - ahora si - me lleva en la dirección correcta. Como he traído el mapa compruebo que el camino va flanqueando el embalse hasta llegar a la Riera de Vallfornès... ¡ningún problema!. Aquí me encuentro con otro excursionista que parece que también se está dejando llevar por el camino o que está más perdido que yo. Al cabo de un rato abandono el camino por otro sendero que baja hasta el fondo de la riera de Vallfornès.
Sendero que me lleva por el margen derecho del embalse.
Presa de tierra del embalse de Vallfornès.
Una de las pocas personas que me encuentro por el camino.
Sendero que me llevará al fondo de la Riera de Vallfornès.
Este sendero también está bien marcado y me deja en el camino que remonta la riera, a la altura de un puente. El camino es amplio y baja hasta llegar a la cola del embalse de Vallfornès, justo donde se desvía el camino que sube por la riera del Sot de la Baga d'en Cuch. La riera baja con bastante caudal, el murmullo del agua, los juegos de luz del sol entre las encinas, la tranquilidad del entorno sin gente... todo contribuye para hacer especialmente agradable este tramo.
Entre el bosque aparece el embalse de Vallfornès.
Puente sobre la Riera de Vallfornès
De bajada hacia la cola del embalse.
Curiosa leyenda en la piedra.
En el desvío me junto con la ruta normal, la que sigue todo el mundo, por suerte ahora la mayor parte de gente está de vuelta y se camina más tranquilo. Una parte del camino se puede evitar siguiendo el sendero que va subiendo justo al lado de la riera, no hay pérdida, el camino está bien señalizado no vaya a ser que se pierda algún turista, todo lo contrario del recorrido que llevo hecho hasta ahora... nada de improvisación.
Agua por todos lados.
Sendero por el Sot de la Baga d'en Cuch.
Ya casi estoy arriba.
Desvío al Castanyer de Can Cuch.
El Castanyer de Can Cuch es el árbol de mayor diámetro de Catalunya con un perímetro en su base de más de 20 metros. El interior del tronco está hueco y durante un año y medio se instaló un carbonero en su interior, allá por el año 1960. A pesar de todo el estado de salud del árbol es relativamente bueno.
El Castanyer de Can Cuch.
La base sigue bien viva.
El interior totalmente hueco...
Sirvió de refugio a un carbonero.
Un descansito y me pongo en marcha de nuevo. Siguiendo con la tónica de la excursión, decido no bajar por la ruta normal y pillo el camino que va hasta Can Cuch. Lo que en su momento era un gran masía señorial típica del Montseny, ahora se ha convertido en un hotel de cuatro estrellas. Por el camino puedo disfrutar de unas vistas estupendas sobre el embalse de Vallfornès.
Hayedo en el Coll del Pi Novell.
La Casa del Bosc.
El embalse de Vallfornès.
Can Cuch, ahora un hotelito de lujo.
Desde Can Cuch puedo ver el tramo que me queda por delante hasta llegar a la ermita de Sant Salvador de Terrades, al lado de la masía de Can Quintana. Esta ermita, construida en 1930, es de un estilo un tanto raro, algo así como una mezcla de neogótico y modernista, el interior se ve muy cuidado y el entorno muy limpio.
Próxima parada a la vista, Sant Salvador y Can Quintana.
Font de la Moixera.
Sant Salvador de Terrades.
Interior de Sant Salvador.
Desde la misma ermita un sendero baja bastante directo hasta Can Morera, donde empalmo con el camino de tierra que baja hasta la zona de aparcamiento del embalse, todo el camino es una sucesión de masías, la mayor parte reacondicionadas para turismo rural. Ese parece que es el futuro de esta zona: convertirse en un parque de atracciones rural para los turistas.
Can Quintana.
Sendero de bajada a Can Morera.
Can Morera.
Can Puig.
Can Balder.
De vuelta al punto de partida.
Distancia: 18,1 Km.
Desnivel acum.: +778 mts. -778 mts.

sábado, 19 de enero de 2019

La Seu d'Egara

Este mes de enero estamos que nos salimos con las visitas culturales, y hoy hemos quedado con mi cuñada Isabel para visitar la Seu d'Egara. Se trata de un conjunto de tres edificaciones que corresponden a la antigua sede episcopal de Egara, la actual Terrassa. Estuvo en funcionamiento entre los años 450 al 714, cuando la dominación musulmana la dejó "fuera de servicio". Tras el avance del dominio franco y la consolidación del condado de Barcelona ya no se volvió a recuperar como sede episcopal, pasando a depender de la diócesis de Barcelona.
Panorámica del conjunto de la Seu d'Egara. De izquierda a derecha Sant Pere, Sant Miquel y Santa María.
Decidimos apuntarnos a la visita guiada que se organiza cada segundo sábado de mes, durante la visita nos daremos cuenta de lo acertado de esta decisión, ya que es un conjunto bastante complejo. La visita se inicia en la plaza que hay entre la rectoría y la fachada de Santa María, en el suelo han dejado marcados los emplazamientos de las columnas de la primitiva catedral del S.VI, con lo que se pueden entender todos los restos de mosaico que hay en dicha plaza, así como la posición de la iglesia respecto a la rectoría. La iglesia correspondería a la cabecera de la antigua catedral, y la rectoría a los pies de la misma. También están marcados los emplazamientos de los silos y sepulturas íberas, romanas y altomedievales que se han ido encontrado. La totalidad del recinto está "en lista de espera" para ser declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
La iglesia de Santa María fue consagrada el año 1017 y poco después, en 1112, pasó a ser la sede de un monasterio de la orden de los agustinos, la galería situada en la fachada sur correspondería a una de las alas del claustro y es el único vestigio que queda de las dependencias monacales. El estilo constructivo es el típico lombardo con lesenas y arcuaciones, todo de un aspecto muy sencillo.
La iglesia de Santa María (S.XII).
Galería de la fachada sur.
Fachada de Santa María con lesenas y arcos ciegos.
Mosaico romano de la catedral paleocristiana (S.IV-V).
Puerta de entrada de Santa María, muy sencilla.
Friso romano reaprovechado en la jamba de la puerta.
La complejidad de los restos arqueológicos se debe, como es habitual, a la superposición de las sucesivas etapas constructivas. La primera construcción, de finales del S.IV, correspondería a una iglesia de una sola nave con un baptisterio en la cabecera. Al ganar categoría de sede episcopal en el S.VI, se añadieron dos naves laterales y el ábside que vemos actualmente, también se trasladó el baptisterio a los pies de la nave ampliada. Tras la recuperación del territorio del dominio musulmán se edificó la actual iglesia de Santa María, adosando al ábside original un nuevo transepto y una nave mucho más corta y que solo ocupa el espacio de la nave central anterior.
En el interior de la iglesia se circula por un entarimado que permite ver los restos que se han encontrado durante las excavaciones, como los restos de mosaico o la piscina bautismal del baptisterio del S.V. También se puede ver una lápida sepulcral romana en el muro norte donde aparece el nombre de Flavium Egara.
Interior de la iglesia de Santa María.
Cúpula del transepto.
Mosaico paleocristiano representando un pavo real.
Nave principal con bóveda de cañón ligeramente apuntada.
Pedestal romano donde aparece el nombre Flavium Egara.
Piscina bautismal de la primera basílica (S.V).
El ábside de Santa María es de estilo claramente visigótico, exteriormente es cuadrado pero en el interior es de casi tres cuartos de circunferencia. Las pinturas del S.VI que lo decoran son, junto con las de Sant Miquel, de las pocas que se han conservado de esta época lo que las hace particularmente únicas. Apenas han sobrevivido los colores ocre y rojos, los más resistentes, por lo que resultan de muy difícil interpretación.
En una pequeña absidiola del transepto sur se descubrieron unas pinturas murales el año 1917, con un estado de conservación increíblemente bueno al haber estado ocultas por un retablo. En la cúpula se representa un pantocrator coronando a San Pedro y San Pablo con la mitra episcopal, en el registro inferior aparece representada la historia del asesinato de Tomàs Becket, obispo de Canterbury, que tuvo lugar en diciembre de 1170, por tanto se pueden datar como del S.XIV.
Vista general de las pinturas del ábside de Santa María.
Personajes orlados y con túnicas de influencia bizantina.
Personajes vistiendo capas y llevando lanzas o palos.
Personaje con vestimenta rural en un edificio.
Mare de Deu de Santa Maria (finales del S.XIV).
Pinturas murales de la absidiola del transepto sur (S.XIV).
Asesinato del obispo Tomas Becket.
Escena del entierro del obispo.
En el transepto norte están expuestos dos magníficos retablos góticos, el de los santos Abdó y Senen, y el de Sant Miquel. Vale la pena observar con detalle cada una de las escenas representadas, algunas de ellas bastante escabrosas como por ejemplo la de la decapitación de los dos santos, con abundancia de sangre en la escena. Otra escena que nos llama la atención es la del milagro de los santos Cosme y Damià, patronos de los médicos. Según la leyenda el presbítero de una iglesia consagrada a los dos santos sufría una gangrena en una pierna, tras mucho rezar los santos se le aparecieron mientras dormía, le amputaron la pierna enferma y le injertaron una sana, procedente de un criado que acababa de fallecer el día anterior. Lo curioso de esta escena - también con abundancia de sangre - es que, en la esquina superior derecha se representa en pequeño como le cortan la pierna derecha al criado fallecido, mientras que el presbítero tiene gangrenada la izquierda... ¡cosas sin importancia de los médicos!.
Retablo de Sant Abdó y Sant Senen (Jaume Huguet, 1460).
Retablo de Sant Miquel (Jaume Cirera, 1450).
El milagro de Sant Cosme y Sant Damià.
La decapitación de Sant Abdó y Sant Senen.
La iglesia funeraria dedicada a Sant Miquel es el único edificio del conjunto que ha conservado la estructura original del S.VI. Es de planta de cruz griega con un ábside en el brazo de levante, originalmente estaba rodeado por un pórtico hoy desaparecido. Inicialmente se pensó que era el edificio que cumplía las funciones de baptisterio, tanto es así que Puig i Cadafalch (en el marco de la restauración efectuada los años 1920-1931) recreó una piscina bautismal en el espacio central. Posteriormente se confirmó el uso funerario de esta edificación y se retiró la piscina. El espacio central está delimitado por ocho columnas con arcos de medio punto peraltados que soportan la cúpula central, todos los capiteles y columnas son reaprovechados de edificaciones romanas anteriores. Excepto en la parte central el pavimento del edificio es el original de Opus Signinum.
Edificio funerario de Sant Miquel (S.VI).
Ábside poligonal de Sant Miquel.
Columnata central de la iglesia de Sant Miquel.
Columnas reaprovechadas con arcos de medio punto peraltados.
En el ábside se ha conservado la decoración pictórica original del S.VI, como su estado de conservación es mejor que la del ábside de Santa María, ha sido posible interpretar el motivo representado. Se trataría de una representación de Cristo (identificado por la inscripción ENMANUEL) presidiendo el juicio final rodeado de cuatro ángeles. En el espacio inferior está representados los doce apóstoles identificados por sus nombres escritos en una línea que los separa de la imagen principal. Por una escalera a la izquierda del ábside se accede a la pequeña cripta de Sant Celoni, es de forma trilobulada y conserva el pavimento y el rebozado originales, una de las pequeñas ventanas, la que está en la escalera de acceso, también conserva el cierre original de alabastro.
Pinturas del ábside de Sant Miquel (S.VI).
Un detalle de las pinturas del ábside, los doce apóstoles.
Ventana con el cierre de alabastro original
Cripta de Sant Celoni.
La iglesia de Sant Pere es la única que aún continúa en uso como tal, ¡más de 1.500 años de uso ininterrumpido!. De la iglesia original del S.VI, construida para el culto diario del "populacho", tan solo queda la cabecera con su ábside trilobular, el resto corresponde al S.XII. Exteriormente la única decoración que presenta corresponde a las ménsulas y la cornisa de la fachada sur, muy deterioradas por la erosión.
En el interior nos espera otra de las rarezas que guarda este conjunto monumental, el retablo pétreo del S.X, una pieza única de la que no se ha encontrado ningún paralelismo. Se trata de un retablo construido en obra (de ahí el nombre) que cubre el ábside principal, está estructurado en tres niveles, en las dos hornacinas superiores se representan a San Pedro y San Pablo, en las cuatro inferiores se representan los cuatro evangelistas mediante su simbologia habitual (tetramorfos), en la parte inferior se representa el cruce del Mar Rojo por los israelitas. En uno de los laterales también se han conservado restos de pinturas murales (S.XIV) pero su calidad pictórica es bastante pobre, es de suponer que son de una época en que la iglesia ya no tenía suficientes ingresos para costear un pintor de categoría.
Iglesia de Sant Pere (S.XII).
Detalles escultóricos de las ménsulas y la cornisa.
Ábside trilobular de Sant Pere.
Interior de la iglesia de Sant Pere.
Detalle del retablo pétreo de Sant Pere (S.X).
Pinturas murales de la nave (S.XIV).
La visita guiada termina en lo que era la rectoría, ahora destinada a recepción y centro de interpretación. En la planta baja se pueden ver los restos de la primitiva catedral, como la piscina bautismal o el impluvium de la zona residencial del obispo, y anteriores como sepulturas infantiles. En la planta superior además de un audiovisual, se exponen las tablas recuperadas del retablo del altar mayor de Sant Pere, obra de Lluís de Borrasà, el mismo autor que el retablo de Sant Jordi que vimos en la iglesia de Sant Francesc en Vilafranca.
Impluvium de la zona residencial (S.IV).
Sepulturas infantiles (albats) paleocristianas (S.IV).
Piscina bautismal altomedieval (S.V-VIII).
Altar mayor de Sant Pere (Lluís de Borrasà, 1411).
Si tuviera que definir este conjunto lo definiría como una autentica orgía arqueológica, en la que las diferentes civilizaciones que han pasado por aquí han ido dejando sus ruinas, que han sido sepultadas o reaprovechadas por las posteriores.