La Vinícola de Nulles nace de la fusión de los dos sindicatos agrícolas del pueblo de Nulles: el Sindicat Agrícola i Caixa Rural de Sant Isidre, fundado el 1917 de orientación conservadora, y el Sindicat Agrícola Popular fundado el 1919 de orientación progresista. Tras la fusión nace el proyecto de la construcción del actual celler, el proyecto se encargó a Cèsar Martinell quien ya había proyectado otras bodegas cooperativas de la zona de Tarragona, como el Celler de Gandesa y el de Pinell de Brai entre muchos otros, incluido el de nuestro pueblo: el Sindicat Agrícola de Moja. La primera vendimia del celler de Nulles fue la de 1920 tras un año de obras. Tras la Guerra Civil pasó a denominarse "Sindicato Agrícola y Caja Rural de San Isidro", actualmente la Vinícola de Nulles embotella bajo la marca Adernats.
La visita guiada con degustación de dos vinos y un cava cuesta 15€ (13€ para los jubilados) y resulta muy amena. La guía empieza explicando un poco la historia vinícola de la zona, el auge en los primeros años del ataque de la filoxera en Francia y el posterior declive que dió paso al asociacionismo de principios del S.XX. Del edificio nos hace hincapié en su vinculación a los materiales locales (barro y piedra) y las soluciones que ideó Cèsar Martinell para mejorar la evacuación del carbónico de la fermentación y la estabilidad de las temperaturas en las tinas de almacenaje. El paseo por la parte superior de las naves es lo más espectacular de la visita y es donde se puede apreciar la elegancia de los arcos parabólicos y los detalles para descargar de peso los mismos, todo construido en ladrillo. Una nave transversal al fondo alberga la maquinaria moderna para la recepción y el prensado de la uva.
La cata al final de la visita da inicio con un blanco joven de la variedad moscatel ligeramente dulce (Adernats Seducció), a continuación otro blanco de la variedad Xarel·lo (Adernats 100 Veremes) seleccionado de las viñas más viejas del municipio, fermentado sobre lías y crianza en roble francés durante cinco meses y que nos parece el mejor de toda la cata. Para acabar la cata nos sirven un cava brut reserva de las variedades tradicionales (Parellada, Xarel·lo y Macabeu) con crianza de 30 meses. También dan a probar el aceite 100% arbequina con un pan horneado en el mismo pueblo, todo acompañado con almendras y avellanas de la zona.

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