miércoles, 6 de diciembre de 2017

Completando la Gallia Narbonensis (I), Pont du Gard y Nîmes

Desde nuestra última visita a Narbonne y Beziers, nos había quedado la espinita de visitar el resto del increíble patrimonio romano del sur de Francia. Tras cuatro horas y media de coche llegamos al Pont du Gard, primera parada de este periplo en el que hemos ido siguiendo la Vía Domitia.
El Pont du Gard es la infraestructura más grande, y la mejor conservada, del acueducto que llevaba agua desde la Fontaine d'Eure hasta la ciudad de Nîmes (Nemausus). Construido en el S.I d.C., resulta asombroso que tenga un desnivel de tan solo 12 metros para una longitud de casi 50 kilómetros. Otros datos que impresionan son la apertura del arco más grande... ¡24,5 metros!, y la altura máxima que es de 49 metros sobre el cauce del Gard.
El precio de la visita es de 8,5 € e incluye el aparcamiento y la entrada al museo, es algo caro pero el lugar merece la pena. La visita al museo es muy recomendable, aunque todas las piezas sean reproducciones. Lo más interesante son las maquetas, los paneles explicativos y las reconstrucciones de los métodos de trabajo.
Panorámica del Pont du Gard.
Los dos arcos más grandes.
Ahora visto desde arriba.
El puente adosado es del S.XVIII.
El museo del centro de visitas.
Reconstrucción del movimiento de los bloques.
Reconstrucción del trabajo en el canal.
Una vez terminada la visita al Pont du Gard nos encaminamos a Nîmes. Nos alojamos en el Aparthotel Adagio, es un aparthotel sencillo pero muy correcto, además, está apenas a diez minutos andando del centro de Nîmes. Dejamos el equipaje y hacemos una primera toma de contacto con la ciudad. La primera visión del anfiteatro de Les Arènes y de la Maison Careé nos deja fascinados, sobre todo cuando los iluminan. Bueno, todo sea dicho... la iluminación del anfiteatro resulta un poco hortera con tantos colores.
En la Esplanade Charles-de-Gaulle hay una curiosa fuente con un figura femenina, que representa a la ciudad de Nîmes. A sus pies dos figuras masculinas simbolizan los ríos principales de la región, el Gard y el Rhône, y dos figuras femeninas las dos fuentes principales, la de Nemausa y la de Eure (donde nace el acueducto).
Les Arènes al atardecer.
Espectacular la Maison Carrée iluminada.
El anfiteatro Les Arènes iluminado... en fin, sin palabras.
La Esplanade Charles-de-Gaulle.
Iluminación navideña en la estación de tren.
Al día siguiente nos ponemos en danza a las 9 de la mañana, con el objetivo de completar la visita de Nîmes en un día. Nos encaminamos a la Oficina de Turismo, pero resulta que no abren hasta la 9:30 así que empezamos visitando el anfiteatro. En la misma taquilla del anfiteatro compramos el Pass Nîmes Romaine. Cuesta 13 € y permite visitar Les Arènes, la Maison Carée y la Tour Magne. Incluye también la audioguía (en castellano por suerte) de Les Arènes.
Edificado a finales del S.I d.C, la supervivencia de este monumento ha sido posible por la continua ocupación del mismo a lo largo de los siglos. Al ser un recinto fácilmente defendible fue usado como fortaleza por los visigodos (castrum arenae) y más adelante por los vizcondes de Nîmes. Hasta el S.XVIII albergó todo un barrio en su interior, con un centenar de casas e incluso dos capillas, fue entonces que se decidió eliminarlas para volverlo a su estado original.
Les Arènes.
Plano del barrio de Les Arènes en el 1782.
La galería del primer nivel de gradas.
Galería intermedia del primer nivel de gradas.
Solo falta parte de las gradas intermedias.
El resto de graderías están casi intactas.
Panorámica del interior del anfiteatro, actualmente se usa como plaza de toros y para conciertos.
¡Mi nombre es Máximo Décimo Merídio...!
Posando para la familia.
Galería exterior del segundo piso.
Al fondo la Tour Magne.
Uno de los vomitorios del primer nivel.
La galería exterior de acceso al anfiteatro.
Representación de un gladiador.
El "Quartier des Gladiateurs".
Finalizamos la visita del anfiteatro en el Quartier des Gladiateurs, una exposición permanente sobre este tipo de espectáculos de la antigua Roma. También hay otra exposición sobre las corridas de toros, Les Couleurs des Corridas, pero como a nosotros lo de la tauromaquia no nos va, pues pasamos...
Nos dirigimos ahora al Musée d'Histoire Naturelle. Cuando llegamos resulta que las salas de arte romano están cerradas, ¡menuda decepción!. Están en pleno proceso de traslado al nuevo edificio del Musée de la Romanité, al lado de Les Arènes, y solo podemos visitar las salas dedicadas a la prehistoria que, eso sí, están bastante bien.
Toda la sección romana en proceso de embalaje.
Estelas prehistóricas.
Cerámica protohistórica.
Puntas de sílex de varios tipos.
Reproducción de las pinturas de la cueva de Baume-Latrone.
Reproducción de un neanderthal con un rinoceronte lanudo.
Tras la decepción del museo nos vamos a ver la Porte Auguste, una de las puertas monumentales del recinto amurallado romano. Está a pocos metros del museo - en realidad todo está bastante cerca en Nîmes - ¡Que organizados que eran los romanos!, dos carriles para los vehículos y dos para los peatones, así seguro que no se formaban atascos y todo el mundo pagaba las tasas.
En nuestro planning ahora toca visitar la catedral de Notre-Dame y Saint-Castor. Durante las guerras de religión del S.XVI la catedral románica original resultó muy dañada, tan solo queda la decoración de los frisos de la portada y algunas ventanas con arcos de medio punto. El resto del edificio actual se construyó en el S.XVII.
La Porte Auguste (S.I a.C.).
Así suponen que debía ser.
Una de las entradas laterales para peatones.
Interior de los restos de la puerta monumental.
Detalle de la parte superior de una de las entradas.
Fachada de la catedral de Notre-Dame et Saint-Castor.
Detalle del friso románico de la catedral con escenas de la Biblia.
Vista general de la nave principal (S.XVII).
Los triforios laterales sobre las capillas.
El órgano es de 1643.
Sarcófago paleo-cristiano en la capilla de Sta. Ana.
La Tour de l'Horloge.
Portada renacentista en el casco antiguo.
Tras pasear por las calles del casco antiguo llegamos de nuevo a la Maison Carrèe. Orgía fotográfica aprovechando que hace sol y un poco de historia... Fue edificada en el S.I d.C. y, según la reconstrucción de las letras de bronce del friso anterior, estaba dedicado a Cayo y Lucio César, hijos de Marco Vipsanio Agripa y nietos del emperador Augusto. Entre el S.XIII y el S.XV fue utilizado como ayuntamiento, luego como iglesia, archivo y finalmente como museo. Es un perfecto ejemplo del orden corintio y quizás el templo romano mejor conservado.
¡Simplemente maravillosa!
Tal como estaba hacia el 1860.
Se ven los agujeros de los anclajes de las letras de bronce.
Asombroso el estado de los capiteles y del templo en general.
Plaza de Antonino.
El Quai de la Fontaine.
Siguiente parada... los jardines de La Fontaine y el Templo de Diana. Construida en el S.II a.C, aunque lo llamen templo se supone que, en realidad, era una biblioteca pública. La sala principal estaba cubierta con una bóveda de cañón toda en piedra absolutamente impresionante, al fondo una especie de tribuna da acceso a otras pequeñas salas.
Portada del Templo de Diana.
Interior con lo que parecen armarios para estanterías.
El fondo de la sala principal.
Vista del fondo y la bóveda de la sala principal.
Bonito encuadre del arco de entrada y el de la bóveda.
Columnas del fondo de la sala principal.
Y seguimos... los jardines de La Fontaine se construyeron en el S.XVIII sobre lo que era el santuario de la fuente Nemausa. En este lugar, sagrado para los galos, los romanos construyeron el Augusteum del que solo quedan las dos gradas semicirculares del estanque principal. Resulta un lugar agradable para pasear al igual que los jardines que se extienden hasta la Tour Magne, en la cima del Mont Cavalier
Reconstrucción del Augusteum.
Y vista actual del mismo.
Detalle del pórtico del ninfeo. 
Escultura donde debía estar el altar del Augusteum.
Jardines en la ladera del Mont Cavalier.
¿Falta mucho para llegar?
Subimos hasta la Tour Magne y cuando llegamos la encontramos cerrada, no nos hemos fijado en que es la hora de comer en Francia y no abren hasta las dos, ¡pues hala!... bajamos a comer algo rápido en el centro y de vuelta para arriba.
Esta torre era la principal de las murallas romanas de Nîmes. Originalmente era maciza pero François Traucat, un jardinero de Nîmes, interpretó una de las profecías de Nostradamus, conforme debajo de la Tour Magne había un tesoro oculto. Ni corto ni perezoso, solicitó en 1601 al rey Enrique IV, autorización para poder excavar debajo de la Tour Magne en busca de dicho tesoro. Evidentemente no encontró nada, termino arruinado y la Tour Magne tuvo que ser apuntalada con un pilar interior.
Para subir hay una escalera de caracol con 140 escalones, la vista de la ciudad desde lo alto es excepcional a pesar de que el día no está totalmente limpio. Ahí arriba encontramos, ¡por fin!, un panel explicando el porqué del símbolo de Nîmes, un cocodrilo atado a una palmera. Esta imagen simboliza el sometimiento de Egipto tras la guerra de Augusto contra Cleopatra y Marco Antonio, para conmemorar esta victoria se acuñaron en Nîmes monedas (as de Nemausus) con dicha imagen. Como se iban encontrando muchas de estas monedas, el año 1535, el rey Francisco I autorizó a la ciudad para que el cocodrilo y la palmera lucieran en su escudo de armas.
La Tour Magne.
Interior de la Tour Magne.
Y 140 escalones después...
Una bonita vista sobre Les Arènes.
Y por fin averiguamos el porqué del símbolo de Nîmes.
El Castellum, punto de distribución del acueducto.
Ya bastante cansados nos acercamos a ver el Castellum y terminamos nuestra visita a Nîmes en la Maison Carrèe, ¡como si no!. En su interior se proyecta una película (en francés con subtítulos en inglés), en la que se explica de forma novelada la historia de la fundación de la ciudad. La verdad es que la película está muy bien, bastante mejor de lo que nos esperábamos.

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