sábado, 19 de enero de 2019

La Seu d'Egara

Este mes de enero estamos que nos salimos con las visitas culturales, y hoy hemos quedado con mi cuñada Isabel para visitar la Seu d'Egara. Se trata de un conjunto de tres edificaciones que corresponden a la antigua sede episcopal de Egara, la actual Terrassa. Estuvo en funcionamiento entre los años 450 al 714, cuando la dominación musulmana la dejó "fuera de servicio". Tras el avance del dominio franco y la consolidación del condado de Barcelona ya no se volvió a recuperar como sede episcopal, pasando a depender de la diócesis de Barcelona.
Panorámica del conjunto de la Seu d'Egara. De izquierda a derecha Sant Pere, Sant Miquel y Santa María.
Decidimos apuntarnos a la visita guiada que se organiza cada segundo sábado de mes, durante la visita nos daremos cuenta de lo acertado de esta decisión, ya que es un conjunto bastante complejo. La visita se inicia en la plaza que hay entre la rectoría y la fachada de Santa María, en el suelo han dejado marcados los emplazamientos de las columnas de la primitiva catedral del S.VI, con lo que se pueden entender todos los restos de mosaico que hay en dicha plaza, así como la posición de la iglesia respecto a la rectoría. La iglesia correspondería a la cabecera de la antigua catedral, y la rectoría a los pies de la misma. También están marcados los emplazamientos de los silos y sepulturas íberas, romanas y altomedievales que se han ido encontrado. La totalidad del recinto está "en lista de espera" para ser declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
La iglesia de Santa María fue consagrada el año 1017 y poco después, en 1112, pasó a ser la sede de un monasterio de la orden de los agustinos, la galería situada en la fachada sur correspondería a una de las alas del claustro y es el único vestigio que queda de las dependencias monacales. El estilo constructivo es el típico lombardo con lesenas y arcuaciones, todo de un aspecto muy sencillo.
La iglesia de Santa María (S.XII).
Galería de la fachada sur.
Fachada de Santa María con lesenas y arcos ciegos.
Mosaico romano de la catedral paleocristiana (S.IV-V).
Puerta de entrada de Santa María, muy sencilla.
Friso romano reaprovechado en la jamba de la puerta.
La complejidad de los restos arqueológicos se debe, como es habitual, a la superposición de las sucesivas etapas constructivas. La primera construcción, de finales del S.IV, correspondería a una iglesia de una sola nave con un baptisterio en la cabecera. Al ganar categoría de sede episcopal en el S.VI, se añadieron dos naves laterales y el ábside que vemos actualmente, también se trasladó el baptisterio a los pies de la nave ampliada. Tras la recuperación del territorio del dominio musulmán se edificó la actual iglesia de Santa María, adosando al ábside original un nuevo transepto y una nave mucho más corta y que solo ocupa el espacio de la nave central anterior.
En el interior de la iglesia se circula por un entarimado que permite ver los restos que se han encontrado durante las excavaciones, como los restos de mosaico o la piscina bautismal del baptisterio del S.V. También se puede ver una lápida sepulcral romana en el muro norte donde aparece el nombre de Flavium Egara.
Interior de la iglesia de Santa María.
Cúpula del transepto.
Mosaico paleocristiano representando un pavo real.
Nave principal con bóveda de cañón ligeramente apuntada.
Pedestal romano donde aparece el nombre Flavium Egara.
Piscina bautismal de la primera basílica (S.V).
El ábside de Santa María es de estilo claramente visigótico, exteriormente es cuadrado pero en el interior es de casi tres cuartos de circunferencia. Las pinturas del S.VI que lo decoran son, junto con las de Sant Miquel, de las pocas que se han conservado de esta época lo que las hace particularmente únicas. Apenas han sobrevivido los colores ocre y rojos, los más resistentes, por lo que resultan de muy difícil interpretación.
En una pequeña absidiola del transepto sur se descubrieron unas pinturas murales el año 1917, con un estado de conservación increíblemente bueno al haber estado ocultas por un retablo. En la cúpula se representa un pantocrator coronando a San Pedro y San Pablo con la mitra episcopal, en el registro inferior aparece representada la historia del asesinato de Tomàs Becket, obispo de Canterbury, que tuvo lugar en diciembre de 1170, por tanto se pueden datar como del S.XIV.
Vista general de las pinturas del ábside de Santa María.
Personajes orlados y con túnicas de influencia bizantina.
Personajes vistiendo capas y llevando lanzas o palos.
Personaje con vestimenta rural en un edificio.
Mare de Deu de Santa Maria (finales del S.XIV).
Pinturas murales de la absidiola del transepto sur (S.XIV).
Asesinato del obispo Tomas Becket.
Escena del entierro del obispo.
En el transepto norte están expuestos dos magníficos retablos góticos, el de los santos Abdó y Senen, y el de Sant Miquel. Vale la pena observar con detalle cada una de las escenas representadas, algunas de ellas bastante escabrosas como por ejemplo la de la decapitación de los dos santos, con abundancia de sangre en la escena. Otra escena que nos llama la atención es la del milagro de los santos Cosme y Damià, patronos de los médicos. Según la leyenda el presbítero de una iglesia consagrada a los dos santos sufría una gangrena en una pierna, tras mucho rezar los santos se le aparecieron mientras dormía, le amputaron la pierna enferma y le injertaron una sana, procedente de un criado que acababa de fallecer el día anterior. Lo curioso de esta escena - también con abundancia de sangre - es que, en la esquina superior derecha se representa en pequeño como le cortan la pierna derecha al criado fallecido, mientras que el presbítero tiene gangrenada la izquierda... ¡cosas sin importancia de los médicos!.
Retablo de Sant Abdó y Sant Senen (Jaume Huguet, 1460).
Retablo de Sant Miquel (Jaume Cirera, 1450).
El milagro de Sant Cosme y Sant Damià.
La decapitación de Sant Abdó y Sant Senen.
La iglesia funeraria dedicada a Sant Miquel es el único edificio del conjunto que ha conservado la estructura original del S.VI. Es de planta de cruz griega con un ábside en el brazo de levante, originalmente estaba rodeado por un pórtico hoy desaparecido. Inicialmente se pensó que era el edificio que cumplía las funciones de baptisterio, tanto es así que Puig i Cadafalch (en el marco de la restauración efectuada los años 1920-1931) recreó una piscina bautismal en el espacio central. Posteriormente se confirmó el uso funerario de esta edificación y se retiró la piscina. El espacio central está delimitado por ocho columnas con arcos de medio punto peraltados que soportan la cúpula central, todos los capiteles y columnas son reaprovechados de edificaciones romanas anteriores. Excepto en la parte central el pavimento del edificio es el original de Opus Signinum.
Edificio funerario de Sant Miquel (S.VI).
Ábside poligonal de Sant Miquel.
Columnata central de la iglesia de Sant Miquel.
Columnas reaprovechadas con arcos de medio punto peraltados.
En el ábside se ha conservado la decoración pictórica original del S.VI, como su estado de conservación es mejor que la del ábside de Santa María, ha sido posible interpretar el motivo representado. Se trataría de una representación de Cristo (identificado por la inscripción ENMANUEL) presidiendo el juicio final rodeado de cuatro ángeles. En el espacio inferior está representados los doce apóstoles identificados por sus nombres escritos en una línea que los separa de la imagen principal. Por una escalera a la izquierda del ábside se accede a la pequeña cripta de Sant Celoni, es de forma trilobulada y conserva el pavimento y el rebozado originales, una de las pequeñas ventanas, la que está en la escalera de acceso, también conserva el cierre original de alabastro.
Pinturas del ábside de Sant Miquel (S.VI).
Un detalle de las pinturas del ábside, los doce apóstoles.
Ventana con el cierre de alabastro original
Cripta de Sant Celoni.
La iglesia de Sant Pere es la única que aún continúa en uso como tal, ¡más de 1.500 años de uso ininterrumpido!. De la iglesia original del S.VI, construida para el culto diario del "populacho", tan solo queda la cabecera con su ábside trilobular, el resto corresponde al S.XII. Exteriormente la única decoración que presenta corresponde a las ménsulas y la cornisa de la fachada sur, muy deterioradas por la erosión.
En el interior nos espera otra de las rarezas que guarda este conjunto monumental, el retablo pétreo del S.X, una pieza única de la que no se ha encontrado ningún paralelismo. Se trata de un retablo construido en obra (de ahí el nombre) que cubre el ábside principal, está estructurado en tres niveles, en las dos hornacinas superiores se representan a San Pedro y San Pablo, en las cuatro inferiores se representan los cuatro evangelistas mediante su simbologia habitual (tetramorfos), en la parte inferior se representa el cruce del Mar Rojo por los israelitas. En uno de los laterales también se han conservado restos de pinturas murales (S.XIV) pero su calidad pictórica es bastante pobre, es de suponer que son de una época en que la iglesia ya no tenía suficientes ingresos para costear un pintor de categoría.
Iglesia de Sant Pere (S.XII).
Detalles escultóricos de las ménsulas y la cornisa.
Ábside trilobular de Sant Pere.
Interior de la iglesia de Sant Pere.
Detalle del retablo pétreo de Sant Pere (S.X).
Pinturas murales de la nave (S.XIV).
La visita guiada termina en lo que era la rectoría, ahora destinada a recepción y centro de interpretación. En la planta baja se pueden ver los restos de la primitiva catedral, como la piscina bautismal o el impluvium de la zona residencial del obispo, y anteriores como sepulturas infantiles. En la planta superior además de un audiovisual, se exponen las tablas recuperadas del retablo del altar mayor de Sant Pere, obra de Lluís de Borrasà, el mismo autor que el retablo de Sant Jordi que vimos en la iglesia de Sant Francesc en Vilafranca.
Impluvium de la zona residencial (S.IV).
Sepulturas infantiles (albats) paleocristianas (S.IV).
Piscina bautismal altomedieval (S.V-VIII).
Altar mayor de Sant Pere (Lluís de Borrasà, 1411).
Si tuviera que definir este conjunto lo definiría como una autentica orgía arqueológica, en la que las diferentes civilizaciones que han pasado por aquí han ido dejando sus ruinas, que han sido sepultadas o reaprovechadas por las posteriores.

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