domingo, 14 de abril de 2019

San Adrián de Sásabe y Santa María de Iguácel

Tras la visita a las iglesias del Serrablo, decidimos aprovechar la tarde para visitar dos iglesias románicas imprescindibles, San Adrián de Sásabe y Santa María de Iguácel. De camino a la primera paramos en Aratorés para visitar el pequeño secreto que guarda la iglesia parroquial.
San Juan Bautista de Aratorés es original del S.XII y reformada a fondo en el S:XVII, según aparece en el crismón procedente de la iglesia original con la fecha de la ampliación (1607) añadida. De la iglesia original solo se conserva el ábside, muy sencillo y casi sin decoración.
Pero lo más interesante son dos lápidas reaprovechadas en la fachada sur. En una, de reducido tamaño y grabado bastante tosco, se puede leer: "Hic requiescit Atto filius Sentarii orate pro eo" (aquí yace Atto hijo de Sentaro rogad por el). En la otra se puede leer: "Omnes docmun martirum christianorum quorum presentia hic fulget et limen sancti Ioannis apostoli introieritis pro sacerdote Samuele sibe omnipotentis ecglesia in Domino preces fundatis si omnes simus consortes in regione biborum Era DCCCXXXVIIII Santio fecit" (Todos los que entraréis en la casa de los mártires cristianos, cuya presencia resplandece aquí, y en el umbral de San Juan Apóstol, rogad a Dios por el sacerdote Samuel y por la iglesia del Omnipotente, para que todos seamos participantes de la región de los vivos. Era 939. Sancho lo hizo). El año 939 de la era hispánica corresponde al 901 de nuestro calendario, se supone que no es original de esta iglesia sino de alguna anterior, pero en cualquier caso es uno de los registros en piedra más antiguos de la zona.
San Juan Bautista de Aratorés.
Crismón con la fecha añadida.
"Hic Requiescit Atto Filius Sentarii Orate Pro Eo".
"Omnes docmun martirum christianorum...".
Tras esta breve parada nos dirigimos hacia el pueblo de Borau en el valle del Lubierre, afluente del Aragón. Pasamos de largo por el pueblo, seguimos por la carretera que lleva a Aísa y al cabo de un kilómetro tomamos un desvío señalizado por una pista asfaltada que termina en la misma iglesia... vamos, ¡que estamos donde Cristo perdió la alpargata!, ¡en el quinto pino!.
A pesar de lo remoto del lugar pronto nos damos cuenta de que la visita vale la pena. Lo primero que anuncia un plafón es que, según las leyendas, en esta iglesia se guardó durante un tiempo el Santo Grial. Todo empieza con el Papa Sixto II quien, antes de su martirio el año 258, encarga a San Lorenzo que ponga a salvo el Sagrado Cáliz. Este logra llevarlo - antes de su correspondiente martirio - al monasterio de Loreto cerca de Huesca, de donde era natural. Luego fue trasladado a San Pedro el Viejo en Huesca, a Yebra de Basa, al monasterio de San Pedro de Siresa, y de este a San Adrían de Sásabe, siempre huyendo del creciente dominio musulmán.
Estamos en la Ruta del Santo Grial.
Pasarela nuevecita sobre el río Lubierre.
Luego te das cuenta de lo extraño de la localización de esta iglesia, en la confluencia de dos torrentes pero casi dos metros por debajo del nivel del torrente principal. Por lo que he leído hay múltiples teorías, a cual más esotérica, acerca de esta extraña situación. En cualquier caso el resultado es que, tras su progresivo abandono, las sucesivas riadas fueron sepultando el edificio hasta llegar al punto de que se convirtió en una humilde ermita a la que los vecinos accedían a través de las ventanas superiores. En las paredes, tanto interiores como exteriores, se ve claramente el nivel al que llegaron los sedimentos.
Lo último que sorprende es que esta pequeña iglesia, único resto de un antiguo monasterio del S.X, resulta que fue sede de los obispos de Aragón antes de que se creara el obispado de Jaca... por tanto, técnicamente es una catedral. Al lado de la entrada en la fachada sur, una pequeña inscripción que dice "Hic Requiescunt tres Episcopi" (aquí yacen tres obispos), atestigua su condición de catedral.
La iglesia consta de una sola nave con ábside semicircular, la decoración exterior es típica del estilo lombardo, con todos los guardapolvos con decoración de ajedrezado jaqués. Vale la pena contemplar los dos capiteles de la entrada oeste, el del lado norte con decoración vegetal y el del lado sur, en peor estado, con figuras humanas una de las cuales parece una mujer sobre formas onduladas que simbolizan el agua. Del campanario adosado a la fachada norte solo queda la planta baja.
San Adrián de Sásabe.
Detalle de la portada de la fachada oeste.
La entrada de la fachada sur.
El ábside con arcuaciones lombardas decoradas.
La mano de San Adrián.
Margaritas, símbolo eucarístico.
Rueda solar de seis brazos.
El abad Sancho de Larrosa.
Motivos geométricos hexagonales.
"Hic Requiescunt Tres Episcopi".
Capital norte con motivos vegetales al igual que la imposta.
Figuras humanas en el capitel sur.
En el interior sorprende la altura de la nave, desde el exterior no parece tan alta, y es que el nivel interior está casi dos metros por debajo del nivel exterior. Un pequeño canal (es el original) recorre todo el perímetro de la nave encauzando las lógicas filtraciones. También se conserva una pequeña bañera cuadrada, posiblemente una pileta para el bautismo por inmersión.
El interior de la nave con el ábside.
La nave única con la pila bautismal.
Ahora nos dirigimos a Santa María de Iguácel. Del pueblo de Garcipollera hasta la iglesia hay unos cuatro kilómetros de pista sin asfaltar... ¡otra vez en el quinto pino!. El último kilómetro lo hacemos andando por respeto a los bajos del coche. Al llegar vemos que está cerrada, pero la belleza del entorno y de la iglesia misma hace que no nos arrepintamos de haber llegado hasta aquí
Camino a Santa María de Iguácel.
Rodeada de un entorno idílico
La iglesia se ha datado de principios del S.XI, si bien la portada principal fue terminada el año 1070, según atestigua la inscripción a modo de friso a doble fila que hay debajo del tejadillo. También menciona que fue construida a instancias del conde Sancho y su mujer Urraca. El texto completo reza:
"Esta es la puerta del Señor por donde entran los fieles en la casa del señor, que es la iglesia fundada en honor de Santa María. Ha sido fabricada por mandato del conde Sancho junto con su esposa Urraca. Ha sido terminada en la era 1110, reinando Sancho Ramírez en Aragón, el cual ofreció por su alma en honor a Santa María la villa llamada Larrosa, para que le dé el Señor la vida eterna, amén."
En el lateral sur del mismo friso aparecen los nombres del artista que grabó la inscripción (Escriptor Literarum Azenar) y del pintor que la decoró (Magister Pictorarum Galindo Garces).
Los capiteles de la arquivolta muestran figuras apenas reconocibles, la imposta tiene una decoración de volutas muy sencillas. Curiosamente también hay capiteles de estilo corintio en las jambas de la puerta, lo que no es muy habitual.
Capiteles del lado norte.
Capiteles del lado sur.
Curioso detalle en una de las bases de las columnas.
Inscripción con el nombre del escritor y del pintor.
Vista completa de la inscripción y las ménsulas del tejadillo de la portada principal.
El ábside es relativamente sencillo en comparación con la portada. Las tres ventanas tiene columnas con capiteles decorados con motivos vegetales, excepto uno en que aparecen figuras humanas sobre trazos ondulados que representarían el agua o el fuego. La cornisa está decorada con ajedrezado jaqués y motivos geométricos hexagonales
Ábside con una sencilla imposta.
Ventana del ábside con un capitel configuras humanas.
Detalle de la cornisa con el ajedrezado jaqués.
Fachada sur con una curiosa moldura decorativa.
Parece mentira todo lo que llegan a dar de sí tan solo dos iglesias. Otra vez llegamos al camping cansados pero satisfechos... ¡y mañana más!.

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