domingo, 14 de abril de 2019

Ruta por las Iglesias del Serrablo

Este segundo día nos vamos a visitar las iglesias del Serrablo. Como vamos a ir haciendo ruta, nos llevamos suministros para hacer un "picnic" allá donde nos pille el hambre. El topónimo "Serrablo" es el nombre con el que se conoce toda la zona englobada en la orilla izquierda del río Gállego. El Alto Gállego permaneció bajo dominio musulmán hasta el año 920. A partir de la segunda mitad del S.X, bajo la influencia de distintos monasterios como el de San Pelay de Gavín, se inició la construcción de las iglesias de la zona y se implantó una primera organización parroquial, seguramente siguiendo el ritual mozárabe.
Todas estas iglesias presentan unas características comunes, como las ventanas trigeminadas, los arcos de herradura bisigóticos o los frisos de baquetones (piedras colocadas verticalmente y con acabado redondeado) en los ábsides. Otra característica es que las columnas están hechas en base a rodajas de piedra, esto es a causa del tipo de piedra de la zona que no permite extraer bloques lo suficientemente grandes como para tallar columnas.
Paramos a tomar un café en Biescas y nos vamos directamente al pueblo de Gavín. Preguntamos y nos dicen que la ermita de San Bartolomé (S.XI) está cerrada y la llave la tiene el señor cura. Como es domingo y está oficiando misas en los pueblos de alrededor no hay nadie para abrir la ermita o dejar la llave... ¡Si señor!, ¡Así es como se promociona el turismo!, nos tendremos que conformar con verla por fuera.
Situada en mitad del monte, la visión que se tiene cuando llegas es idílica. Salvo por el ábside, que en este caso es cuadrado, ya vemos todas las características de las iglesias del Serrablo. El campanario es uno de los más bonitos que veremos hoy, además de las ventanas trigeminadas, está decorado con frisos de baquetones y dos rosetones de piedra debajo de cada ventanal.
En Biescas otra vez tras tantos años.
San Bartolomé de Gavín.
Detalle de las ventanas trigeminadas del campanario.
La fachada de poniente.
Rosetones, friso de baquetones y ventanas trigeminadas.
Detalle de las ventanas y la decoración de la torre.
Para llegar a las ruinas del monasterio de San Pelay de Gavín (S.X) aparcamos el coche en una pista forestal y subimos andando por un sendero señalizado en poco más de quince minutos. Este monasterio, descubierto y excavado en 1977, fue uno de los que propiciaron la construcción del resto de las iglesias del Serrablo. Llama mucho la atención su reducido tamaño, sobre todo cuando ves que disponía de dos iglesias una al lado de la otra, la inferior y la superior. Otro detalle que nos llama la atención es un pasillo subterráneo que comunicaba las dos iglesias y el resto de las dependencias.
Las ruinas del monasterio de San Pelay de Gavín.
Cabecera de la iglesia superior.
La iglesia inferior.
El altar mayor de la iglesia superior.
Entrada al pasillo de comunicación desde la iglesia superior.
Pasadizo subterráneo entre las iglesias inferior y superior.
Pavimento de la iglesia superior.
Entrada al pasillo de comunicación desde la iglesia inferior.
San Esteban de Orós Alto (S.XVII) y Santa Eulalia de Orós Bajo (S.XI-XII) son las dos iglesias "más modernas" que visitaremos hoy. Las dos las encontramos cerradas, y ya nos empezamos a temer que esta va a ser la tónica del resto de iglesias del recorrido. El ábside de Santa Eulalia de Orós Bajo no tiene friso de baquetones, y los siete arcos ciegos están mucho mejor trabajados que en otros ábsides que veremos hoy, y tienen una sencilla imposta en el arranque de cada arco.
San Estebán de Orós Alto.
La entrada es a través del cementerio.
Santa Eulalia de Orós Bajo.
El ábside sin friso de baquetones.
Llegamos a San Martín de Oliván (S.XI) y... ¡Milagro!, ¡Está abierta!, incluso dispone de un sistema de iluminación de 3 minutos por un euro. La nave lateral del costado sur se añadió con posterioridad (S.XVII) y se comunica con la original mediante un gran arco, en la bóveda del ábside cuadrado se conserva parte de las pinturas decorativas originales. El campanario es el original pero los ventanales fueron rehechos con posterioridad para colocar las campanas. El ábside es el típico del Serrablo con sus siete arcos ciegos y el friso de baquetones.
San Martín de Oliván.
El ábside principal, representativo del estilo de la zona.
Interior de San Martín con la nave añadida.
Pinturas murales del ábside cuadrado añadido.
La pila bautismal.
Arco de entrada con grandes dovelas.
Tras visitar Oliván queríamos visitar Santa Eulalia de Susín, pero viendo el mal estado del camino de acceso decidimos no subir y nos vamos a San Juan de Busa (S.XI), la iglesia parroquial de un pueblo medieval hoy desparecido. Esta iglesia también la encontramos abierta y podemos visitar el interior, muy cuidado y limpio. El entorno - en mitad de un prado - resulta bucólico y aprovechamos que sale un rato el sol para hacer el "picnic" que traíamos preparado.
San Juan de Busa no tiene campanario y se supone que quedó inacabada de buen principio. Exteriormente llama la atención el alfiz que rodea el arco de la entrada, este arco además presenta una decoración de caracteres cúficos con una alabanza a Dios. En la fachada de poniente de la única nave aparece la típica ventana serrablesa trigeminada.
El interior parece reafirmar la hipótesis de iglesia inacabada, ya que se pueden ver el arranque de la bóveda del ábside y las columnas que soportarían los arcos fajones. Seguramente no vieron claro que las paredes aguantaran el peso de la bóveda y decidieron cerrarla mediante un tejado de madera a dos aguas, o sencillamente se les acabó el presupuesto.
San Juan de Busa.
Detalle de la decoración del arco de la entrada.
La fachada de poniente.
Detalle de la ventana trigeminada.
Interior de la nave única.
Columnas dobles de rodajas de los arcos fajones.
La siguiente iglesia que visitamos es San Pedro de Larrede (S.XI) que la encontramos... ¡También cerrada!. En una edificación al lado de la iglesia está el "Centro de Interpretación de las Iglesias del Serrablo", consta de una sola sala con plafones explicativos de todas las iglesias que conforman el conjunto.
Está considerada como el arquetipo de las iglesias del Serrablo, con su ábside con friso de baquetones y el campanario con ventanas trigeminadas. También llama la atención el alfiz decorativo, de clara influencia árabe, que hay en todas las ventanas y la puerta de la fachada sur.
San Pedro de Larrede.
El centro de interpretación de las iglesias del Serrablo.
Ábside de San Pedro... ¡perfecto!.
Fachada sur con claras influencias árabes.
Ventana geminada de la fachada sur enmarcada con alfiz.
Puerta con arco de herradura.
La última iglesia que visitamos es San Andrés de Satué (S.XI), cerrada como ya nos esperábamos. La nave principal resultó destruida durante la guerra civil y fue reconstruida en los años 70, lo que sí se salvó es el ábside serrablense totalmente típico y muy bien conservado.
Fachada de poniente.
El ábside está muy bien conservado.
Detalle del ábside.
Vistas sobre el valle del Gállego desde Satué.
Ha sido una ruta fantástica y totalmente recomendable, pero es una lástima no haber podido visitar el interior de las iglesias, salvo dos. Como hemos terminado relativamente pronto decidimos aprovechar el resto de la tarde para ir a visitar San Adrián de Sásabe y Santa María de Iguacel, en el vecino Valle del Aragón.

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