lunes, 15 de abril de 2019

Monasterio de San Juan de la Peña

Hoy vamos a visitar el monasterio de San Juan de la Peña, sin duda alguna una de las joyas del románico aragonés. De camino paramos en Santa Cruz de la Serós para visitar sus dos iglesias, la de San Caprasio y la de Santa María.
La iglesia de Santa María llama la atención nada más entrar al pueblo, te la encuentras de cara y su aspecto exterior es casi de fortaleza, con un campanario y un cimborrio que resultan muy voluminosos en el conjunto, casi desmesurados, eclipsando la nave principal.
La iglesia de San Caprasio pasa un poco desapercibida al principio, pero resulta encantadora por su pequeño tamaño y su estilo lombardo tan sencillo. Datada de principios del S.XI, consta de una sola nave con ábside y un campanario sobre el presbiterio. Exteriormente está decorada con lesenas de dos arcuaciones ciegas cada una que recorren los laterales y el ábside, el interior también es muy sencillo con arcos fajones que sustentan las bóvedas de arista de cada tramo.
Santa María de la Cruz de Serós.
La pequeña iglesia de San Caprasio.
Ábside de San Caprasio.
Interior de la iglesia de San Caprasio.
Santa María está fechada de finales del S.XI y correspondería a la iglesia del desaparecido convento de las benedictinas, en el que falleció Doña Sancha y cuyo sarcófago pudimos ver en Jaca. El sarcófago se traslado al nuevo monasterio en 1622 arrastrándolo sobre troncos... se tardaron tres días para recorrer el trayecto de 15 kilómetros hasta Jaca.
La portada de acceso se encuentra en la fachada oeste, consta de dos arquivoltas lisas y otra entre ambas decorada con bolas y una cara en la clave. El conjunto está rematado por un guardapolvo decorado con el típico ajedrezado jaqués. Los capiteles del lado norte están decorados con figuras humanas entre fieras o aves, mientras los del lado sur lo están con motivos vegetales, la imposta es lisa en el lado norte y decorada con motivos vegetales en el lado sur. Las ménsulas del tejadillo son muy bonitas y vale la pena observarlas con calma, identificamos una serpiente, un buey, un pez...
En la fachada sur hay otra puerta más pequeña, que sería la que comunicaba con el claustro desaparecido. Está decorada solamente por un guardapolvo de ajedrezado jaqués y un tímpano con un crismón decorado con margaritas.
Portada de la entrada principal de Santa María.
El arco con el tímpano de la portada oeste.
Detalle de las ménsulas del tejadillo de la portada principal.
Crismón en el tímpano de la entrada sur.
Capitel con figuras humanas de la portada principal.
La cabecera y la magnífica torre de la iglesia.
Detalle del exterior del ábside.
Un curioso "graffiti" en el exterior.
La iglesia tiene planta de cruz latina cubierta por bóveda de cañón. En el transepto no se aprecia la presencia del cimborrio ya que en este hay una sala oculta en vez de la típica linterna. Toda la nave está recorrida por una imposta de ajedrezado jaqués, lo mismo que los arcos de las ventanas y los de las dos capillas laterales. Los capiteles de los arcos fajones resultan algo difíciles de ver por la altura de la nave y la tenue iluminación
En una de las capillas del crucero se encuentra el retablo gótico (S.XV) que presidía el ábside principal y que tiene un curioso detalle, en la representación de La Visitación tanto a la Virgen como a Isabel se les ha representado con las figuras de Jesús y San Juan Bautista a la vista... ¡tal cual como una ecografía!.
Interior de la iglesia de Santa María.
Capitel en el interior de la iglesia.
Arco central del ábside.
Retablo de Santa María.
Detalle de la "ecografía" de María y de Isabel.
Entierro de Cristo (S.XVI).
Pila bautismal sobre dos piezas reaprovechadas.
Detalle del pie de la pila bautismal.
Tras esta breve visita nos vamos para San Juan de la Peña. La carretera de subida depara unas vistas formidables sobre el Pirineo, hasta el punto que han habilitado algunos apartaderos para poder parar a hacer fotos. Cuando llegamos al monasterio nos encontramos la taquilla cerrada, por lo que tenemos que subir hasta el Monasterio Nuevo en el Llano de San Indalecio para comprar las entradas... no teníamos la intención de visitarlo pero, ya que tenemos que ir, decidimos hacer una visita rápida, de apenas media hora, ya que tampoco da para más. El Monasterio Nuevo se empezó a edificar en el S.XII y se abandonó el año 1835 con motivo de la desamortización de Mendizabal cayendo en la más completa ruina, actualmente alberga el Centro de Interpretación de San Juan de la Peña.
Un viejo amigo, el Midi d'Ossau.
Llano de San Indalecio.
Fachada barroca del Monasterio Nuevo.
Sala sobre las dependencias monásticas.
El suelo acristalado permite ver los restos arqueológicos.
Sala de las dependencias auxiliares del monasterio.
Pozo en el antiguo claustro.
Uno de los inmensos y ostentosos pasillos.
Ahora si que si... ya tenemos las entradas y empezamos la visita al Monasterio Viejo, el auténtico. Todos los turistas entran en tropel y van directamente al panteón de nobles, la iglesia superior y el claustro, sin prestar apenas atención a la iglesia inferior ni a las dependencias que rodean el patio del panteón de nobles.
Justo pasada la entrada a la derecha se accede a una gran sala, llamada "Sala del Concilio". En realidad se trata del dormitorio del primer monasterio, el nombre le viene de un supuesto concilio que se habría celebrado en tiempos del rey Ramiro I. Por el fondo de la sala se accede a la iglesia mozárabe del primitivo monasterio, lo más sorprendente es que se trata de una iglesia con dos naves idénticas cubiertas por bóvedas de cañón, separadas por dos grandes arcos de herradura y rematadas por sendos ábsides rectangulares excavados en la roca. Esta disposición tan particular correspondería a un monasterio mixto con zonas separadas para cada sexo, el ábside de la izquierda conserva parte de las pinturas murales con escenas del martirio de San Cosme y San Damián, mientras en el de la derecha se han perdido casi totalmente.
El monasterio de San Juan de la Peña.
Puerta de acceso al recinto.
La "Sala del Concilio".
Iglesia inferior mozárabe de San Julián y Santa Basilisa.
Ábside con escenas del martirio de San Cosme y San Damián.
El otro ábside apenas conserva decoración mural.
Pasamos al patio donde está el panteón de nobles y por el que se accede a la iglesia. En una sala han habilitado un pequeño museo en el que hay todo lo que se ha ido encontrando en las excavaciones, algunos capiteles y plafones explicativos de la historia del monasterio.
De vuelta al patio, un pequeño cartel que puede pasar desapercibido, indica el acceso al Panteón Real medieval. En la sala previa, que era la panadería del monasterio, se encuentran expuestas las lápidas sepulcrales reales, así como una interesante exposición acerca de la primera dinastía real de Aragón. Al fondo de esta sala, en el hueco entre la roca y la pared del Panteón Real neoclásico, se encuentran las tumbas de los tres primeros reyes de Aragón, Ramiro I, Sancho Ramirez y Pedro I... sorprende la sobriedad del lugar en comparación con las tumbas del panteón de nobles.
El panteón de nobles en el patio principal.
Capitel expuesto en el pequeño museo.
Capitel con dos leones en el museo.
Parte de otro capitel con una cara.
El pequeño cartel que indica el acceso al Panteón Real medieval.
Las lápidas reales en la sala del Panteón Real medieval.
Los humildes sepulcros de los primeros reyes de Aragón.
Exposición de las joyas encontradas en los sepulcros.
La iglesia superior se edificó justo encima de la primitiva mozárabe que hemos visitado antes. Consta de una sola nave cubierta en parte por una bóveda de medio punto con arcos fajones, la única iluminación es la que proviene de las ventanas situadas en el muro que cierra los pies de la iglesia.
El triple ábside está incrustado en la roca parcialmente excavada, la decoración de los capiteles en base a motivos geométricos está prácticamente perdida, una imposta con decoración de ajedrezado jaqués recorre los tres ábsides. En el ábside central se expone una réplica del Santo Cáliz, que se guardó aquí entre los años 1076 a 1399 y que ahora se encuentra en la catedral de Valencia. En lo que fue la sacristía en el lado del evangelio se construyó en 1770 el ostentoso Panteón Real neoclásico que ocultó el original medieval.
Los pies de la iglesia superior.
Cabecera con los tres ábsides.
Reproducción del Santo Cáliz en el ábside central.
El Panteón Real neoclásico.
Ahora vamos al claustro y, por suerte, parece que ya ha pasado el grueso de turistas que venían en autocares. La puerta por la que se accede es de arco de herradura con una inscripción en letra mozárabe que dice "PORTA PER HAC CAELI FIT PER VIA CVQVE FIDELI SI STVDEAD FIDEI IVNGERE IVSSA DEI" que traducido es "Por esta puerta se abre el camino de los cielos a los fieles que unen la fe con el cumplimiento de los mandamientos de Dios". Repartidas por la pared se ven muchas lápidas conmemorativas y marcas de cantero. La lápida más antigua es una que hace referencia al obispo Sancho de Jaca con indicación del año 1021 de la era hispánica, el año 983 según nuestro calendario. Las dos capillas que hay en el claustro, la de San Victorián (gótica del S.XV), y la de San Voto (neoclásica del S.XVII), no nos llaman mucho la atención, al igual que el Panteón Real neoclásico desentonan en el conjunto.
Arco de herradura que comunica la iglesia con el claustro.
Vista de los dos alas mejor conservadas del claustro.
Lápida del obispo Sancho de Jaca.
Marca de cantero muy elaborada.
En el claustro nos estamos un buen rato observando detenidamente los capiteles uno a uno. Desarrollan una extensa selección de pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento, casi todos con un mismo estilo, muy detallista, que hace suponer que son obra de un mismo artista. Es una lástima que ahora no se puede acceder al interior del claustro, por lo que la cara interior de los capiteles no resulta visible. Es una de las pocas cosas que encontramos que han de mejorar.
La creación de Eva.
La expulsión del Paraíso.
Los trabajos de la humanidad.
Caín mata a Abel.
La Anunciación.
La Visitación de María a Isabel.
El Anuncio a los pastores.
El sueño de San José.
Los tres Reyes Magos.
San Juan Bautista en la carcel.
Las tentaciones de Jesús.
Jesús elige a los apóstoles.
Las bodas de Caná.
Marta avisa a Jesús de la muerte de Lázaro.
La resurrección de Lázaro.
La entrada de Jesús en Jerusalén.
Jesús lava los pies a los apóstoles.
La Última Cena.
La traición de Judas.
Pantocrátor acompañado de ángeles músicos.
Una vez nos hemos alimentado culturalmente toca alimentarse físicamente. Tras preguntar optamos por el restaurante El Espantabrujas en Santa Cruz de la Serós, con un menú típico de Aragón... alubias estofadas, migas de pastor y carnes al horno de leña. Salimos satisfechos tanto de la calidad como de la cantidad y el precio, sin duda ha sido una buena elección.
Alubias estofadas.
Migas de pastor.
Paletilla de cordero asada.
Costillar de cerdo asado a la miel.
En vez de volver directamente a Jaca decidimos volver por la carretera que sale del Monasterio Nuevo y que llega a Jaca pasando por los pies de Peña Oroel. Por el camino nos desviamos al pueblo de Botaya, uno de esos pueblos que poco a poco van muriendo y apenas subsisten con algunas casas de segunda residencia.
El objetivo del desvío es ver el tímpano de la primitiva iglesia de San Esteban, ahora está colocado en la fachada sur de la iglesia sobre una puerta cegada. Es muy elaborado y - a pesar del estado de conservación algo deficiente - se puede identificar un Pantocrator flaqueado por los símbolos de los cuatro evangelistas y unos ángeles, debajo aparecen los doce apóstoles y un crismón.
El pueblo de Botaya va muriendo poco a poco.
Iglesia de San Esteban de Botaya.
La fachada sur con el tímpano en un arco cegado.
Pantocrator, los cuatro evangelistas y los doce apóstoles.
Bandada de buitres o de quebrantahuesos.
Peña Oroel.
Llegamos al camping cansados... ¡otra vez!, pero satisfechos de todo lo que ha dado de sí el día.

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